La Maestra Ema – Una mujer luchadora y fuerte
Todos en Volcán la conocemos, y la vemos caminar desde Nueva California hasta Volcán con paso apresurado y con energía. De seguro tú o alguien en tu familia aprendió a coser con ella.
Más de un centenar de estudiantes pasaron por el salón de la maestra Ema
Más de un centenar de estudiantes pasaron por el salón de la maestra Ema en la Escuela Nueva California, quien desde su aula de clases enseñó no solo a coser mantillas a niños y niñas, sino también la importancia de aprender a barrer, cocinar y a mantener un hogar con principios y valores.
Todos en Volcán la conocemos, y la vemos caminar desde Nueva California hasta Volcán con paso apresurado y con energía. De seguro tú o alguien en tu familia aprendió a coser con ella, pero, cuál es su historia? Qué la llevó a dedicar tantos años a la enseñanza y a ser parte activa de la iglesia católica desde temprana edad?
Nos sentamos una tarde de domingo con ella, y nos recibió muy amable en su casa. Apenas entramos percibimos en su hogar su devoción por la iglesia, donde mantiene una gran biblia en el centro de su sala. Empieza contando sobre un accidente reciente que tuvo, y cómo de manera admirable se ha ido recuperando, hasta el punto de ya estar completamente activa. El doctor que la atendió se cuestiona cómo es posible que se haya recuperado tan pronto y no manifestara dolor en una herida provocada por una caída. Le tomaron puntos, y el doctor dice que cualquier otra persona hubiese llegado llorando por lo profundo de la herida.
A medida que nos adentramos en la conversación, nos damos cuenta del origen de su valentía, y es que desde pequeña trabajó hombro a hombro con su familia.
Sus Orígenes
Su mamá oriunda de San Vicente, y su papá de San Carlitos, deciden formar una familia y radicarse en Caisán Primavera, donde llegaron abriendo trocha, pues no habían caminos en ese entonces. Allí instalaron su ranchito, y fue el lugar que la vio nacer. El cultivo de diferentes granos como arroz, maíz y frijoles mantuvo a la familia de doce hijos en Caisán, desde donde comercializaban sus cosechas con precios desde 1$ el quintal de maíz.
Mientras su padre viajaba a San Carlitos para las siembras de arroz, su madre no dormía. Pues le tocaba quedarse despierta con escopeta en mano, para evitar ataques de los tigres que se acercaban al rancho. Así transcurrió la mayor parte de su niñez, cazando conejos para la cena y para la venta, ayudando a sus padres en la agricultura y viajando a Volcán para la misa, que celebraba un padre que venía de Bugaba solo una vez al mes. El viaje lo realizaban a pie. Y se preparaban con lonche y petate para descansar una vez terminada la misa, pues el viaje de vuelta tomaría unas tres horas adicionales para estar en casa.
Sus Valores
Fue en los años 40, con estos viajes mensuales, que sus padres le inculcan el amor por la iglesia y la religión católica. Empieza a ser parte del coro desde los 14 años, y poco a poco a formar parte activa de la iglesia.
El inicio de su educación escolar, fue lo que llevó a su familia a tomar la decisión de mudarse definitivamente a Volcán. Inicialmente se quedaban en Volcán durante la semana y pasaban los fines de semana en Caisán, pero un robo de las posesiones de la familia en Caisán impulsó a su mamá a decidir quedarse definitivamente en Volcán, pues de lo contrario perderían sus posesiones de Caisán, y existía la posibilidad de perder las de Volcán durante el fin de semana.
Se establecieron definitivamente en Volcán, y nos cuenta que la primera escuela del área estaba distribuida en el pueblo: la Bomba de los Gómez era el lugar de uno de los salones, el Billar de doña Chica López alojaba otro salón y fue después que el antiguo y ya desaparecido Ciclo Viejo reunió a todos los salones para unificar la escuela.
La necesidad de ampliar la única escuela de Volcán, dio origen a las famosas verbenas, y la maestra Ema era la cantante líder del conjunto de típico que amenizaba estas actividades.
El Inicio de su profesión de vida
Fue un curso de modistería que tomó en Bugaba lo que dio inicio a lo que sería su profesión de vida: Maestra de Educación para el Hogar. En ese entonces conocido como Agente para el Hogar. Hizo dos años en uno, estudiando en la nocturna en el Félix Olivares y en el día en la secundaria de Volcán.
Inició trabajando en la Escuela California como voluntaria, y a los 6 meses la nombraron en el Ministerio de Educación. Treinta años de su vida dedicó a los niños y niñas en la Escuela Nueva California, vio pasar a muchos estudiantes por su salón, quienes hoy la recuerdan como una maestra estricta, pero influyente. Hoy en día, si se encuentra con un alumno, es muy probable que le agradezca por haberle enseñado a ser un ciudadano de bien y autosuficiente en el hogar, independientemente de si sea hombre o mujer.
Cuando intentamos hacer la suma para dar con su edad, la maestra se ríe y nos confirma con orgullo que tiene 81 años, pero se siente de 15. Y es que muchos nos preguntamos cuántos años tiene, pues la vemos igualita a como cuando nos enseñaba a hacer conservas en el salón de clases.
Sus Secretos
Nos comparte un par de secretos: nunca ha dejado de ejercitarse, no come nada enlatado, no come pollo a menos que sea de corral y evita todo químico en los productos que ingiere. Fortalece sus huesos con un preparado a base de cáscaras de huevo, y enfatiza que deben ser de patio. En fin, la maestra practica lo que predica, al cuidar de su cuerpo tanto física como mentalmente, pues a sus 81 años, tiene una mente ágil y recuerdos vívidos.
Su Legado
La historia de la maestra Ema es un ejemplo de cómo la determinación y el compromiso pueden cambiar el rumbo de la vida de una comunidad. A través de su labor educativa, ha sido capaz de transmitir valores y habilidades prácticas a generaciones de estudiantes en Tierras Altas.
La Maestra Ema no solo cambió la vida de sus estudiantes individualmente, sino que también tuvo un impacto positivo en la comunidad de Tierras Altas, al preparar generaciones de líderes y ciudadanos comprometidos con el bienestar de su distrito.